Con gran carga de amor y clara posición contra el bloqueo estadounidense a Cuba llega a los amantes del séptimo arte y el béisbol el filme Ghost Town to Havana (De Ciudad Fantasma a La Habana), presentado la víspera aquí.
En el Teatro de la Orden Tercera, sede oficial de La Colmenita, en el Convento de San Francisco de Asís, en La Habana Vieja, los alrededor de 60 minutos de la obra fueron recibidos como oda a la amistad.
La vida de adolescentes menores de 13 años californianos y habaneros aspirantes a estrellas del arte de las bolas y los strikes pasa ante los ojos del espectador como confirmación de cuánto tienen que ofrecerse pueblos de naciones que no han tenido relaciones diplomáticas desde 1960.
El cineasta norteamericano Eugene Corr y su co-director y director de fotografía en Cuba, Roberto Chile, presentaron lo que llamaron un trabajo aún no concluido, en busca de sugerencias.
Sin embargo, amén de necesarios retoques finales, el material logró aplausos reiterados con un discurso ameno, asequible a todos, al mostrar la cara de una sociedad norteña que oprime a sus ciudadanos, y en contraposición la preocupación y ocupación aquí de todo un pueblo por su futuro.
Son los propios protagonistas estadounidenses los que hablan de padres, hermanos y amigos asesinados por pugnas entre bandas.
Uno de ellos incluso sufre la muerte a tiros de su padrastro en momentos en que se entrega a la pelota con el sueño de llegar a las Grandes Ligas.
El intercambio entre los chicos, las bromas y maldades propias de la edad, los juegos, especialmente el celebrado en el estadio Juan Ealo, de la Ciudad Deportiva capitalina, y el vínculo de sus respectivos mentores dejan ver claramente la necesidad de enterrar por siempre la hostil política sostenida por la Casa Blanca para con la isla.
Chile, realizador de amplia trayectoria, lamentó que el filme no se encontrara entre los seleccionados para el Festival de Cine que por estos días inunda los principales salas de la capital.
Ghost Town to Havana es de esas películas que bien pudiera pasarse por la pequeña pantalla para beneplácito de los amantes de la paz y la amistad, reclamo de la humanidad.
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