viernes, 2 de septiembre de 2011

Temibles Panteras

Por Rigoberto Triana Martínez

Llegaron al municipio camagüeyano de Carlos Manuel de Céspedes para ratificar la hegemonía. Sus rivales, al acecho, no las perdían de vista. Las Panteras avileñas, campeonas de todos los eventos nacionales del béisbol femenino en Cuba volvían al diamante en busca de otra Copa, la dedicada al 23 de Agosto.

En el primer partido enseñaron las garras. Un contundente 13x0 en solo tres capítulos, y victoria de Maraysi Pérez, marcó el súper nocao ante Pinar del Río.

Luego vino un fallo inesperado. Cuatro marfiladas ante Santiago de Cuba echaron por la borda el invicto y la actuación de Inalvis Delís, quien soportó la inmerecida derrota 4x5.

A partir de ese momento el protagonismo fue a manos de las indómitas, seguidas al detalle por la prensa televisiva en el territorio sede, sin embargo, el cuerpo técnico que encabeza Ignacio Batista, supo mantener la compostura del elenco.

Y surgió un segundo aire, consolidado por una cadena de 20 ceros consecutivos en la etapa clasificatoria, incluidas dos lechadas: 6x0 frente a La Habana, con la zurda Liacnis Rodríguez en el box, y 5x0 contra Granma, guiadas por la diestra Olga Lidia Guevara.

Solo en el cierre de la fase preliminar las representantes de Ciego de Ávila permitieron cuatro limpias ante las anfitrionas, pero ni cortas ni perezosas ripostaron con ocho para acceder a semifinales.

Temprano llegó el desquite. Las santiagueras poco pudieron hacer frente a Liacnis en la lucha por el pase a la final: la joven gaspareña les colgó siete ceros y la ofensiva aportó nueve anotaciones.

Para la final hubo sorpresa porque Granma se ganó el puesto por encima de las habituales submonarcas de la capital. Claro, la bola fue a manos de la Guevara y no hubo libertades, en cambio, sus colegas le dieron 10 de ventaja,
suficientes para el nocao.

A los honores de las temibles fieras se añadieron individualidades de lujo para cualquier conjunto: Olga Lidia cerró sin carreras permitidas en 12 entradas, le conectaron cuatro indiscutibles, propinó nueve ponches y regaló cinco boletos.

Sin embargo, su amiga Liacnis resultó la más valiosa: tampoco le anotaron en 14 capítulos, estrucó a 16 y solo dio una base por bolas. Y así las Panteras emprendieron el victorioso regreso a casa, sazonado por la fiereza de las campeonas y la convicción de que la mujer cubana puede, como deseaba Vilma Espín, progresar en el deporte nacional.

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