jueves, 19 de abril de 2012

Juegos Olímpicos: El inicio (II)

Por Roddy Romo Seguí

En el año 1881, después de que el gobierno francés (1829) y su homólogo alemán (1875) hicieran excavaciones con el propósito de desenterrar Olimpia, las ruinas quedaron completamente al esplendor del mundo otra vez. Los ecos del pasado volvieron a cabalgar por la tierra y la nobleza de los hombres se alzó para intentar revivir los antiguos Juegos Olímpicos.

El primer designio se concibió en Grecia, a través del griego Evangelios Zappas, quien residía en Rumania. No obstante, las versiones de 1859, 1870, 1875 y 1889 no llamaron la atención de la humanidad y el objetivo de renacer la fiesta olímpica terminó por naufragar.

Entre las principales causas del fracaso estuvieron el hecho de que el mundo aún no se encontraba preparado para el retorno de los Juegos en un país poco importante a los ojos del panorama mundial de entonces, así como las pocas ideas organizativas del patrocinador.

Muy diferente ocurrió con Pierre Frédy, Barón de Coubertin (foto). Atraído por las labores de exploración en Olimpia, el legado del griego Zappas y la creencia de que hacer realidad este tipo de eventos podría lograr el entendimiento internacional, se dedicó en cuerpo y alma a conseguir ese sueño.

El noble galo buscó ayuda en las principales figuras del atletismo escolar universitario y amateur del planeta. Tras una minucioso trabajo de relaciones públicas, Coubertin expuso su proyecto a la Unión Deportiva y Atlética de París, a fines de 1892.

Durante 1894, la Unión Deportiva Francesa organizó un congreso internacional sobre Amateurismo y la propuesta de Coubertain fue respaldada con fuerza por ilustres figuras como el Príncipe de Gales, el rey de Bélgica, el Duque de Esparta, el príncipe heredero de Suecia y el primer ministro de Gran Bretaña.

También Estados Unidos dio su apoyo incondicional, mientras Alemania y Austria-Hungría emitieron comunicados oficiales expresando interés en el proyecto. Además, estuvieron presentes delegados de Italia, España, Rusia y Grecia.

El entusiasmo mostrado en el congreso por los delegados fue tan grande que decidieron adelantar hacia 1896 el renacimiento de los Juegos Olímpicos, en vez de iniciarlos en 1900, año el cual se consideraba apropiado para comenzar a computar las Olimpiadas.

Elegida Atenas como cuna de la primera Olimpiada de los tiempos modernos, en la cita gala se acordó efectuar los Juegos cada cuatro años, cambiando la sede a diferentes ciudades importantes del planeta, y elegir un Comité Olímpico Internacional con plena autoridad de regir las lides.

Finalmente, el 6 de abril de 1896 los sueños de Zappas y Coubertin se hicieron realidad, cuando en el Estadio Panathinaiko el rey Jorge I de Grecia inauguró los Primeros Juegos Olímpicos de la era moderna.

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