martes, 31 de julio de 2012

Miradas peligrosas

Por Eyleen Ríos López

Mirar hacia el lado equivocado puede costar la vida en Londres. Y no es exageración. Resulta que quienes llegamos desde otras partes del mundo no nos acostumbramos a una circulación vial contraria a la conocida.

Más de una llamada de “cuidado” se ha escuchado en estos días de Juegos Olímpicos en una urbe colmada de visitantes que la acrecientan como el habitual “hervidero” que es.

“Look right” o “Look left” puede leerse pintado en las esquinas de las propias calles, según sea el sentido asignado a los vehículos.

Pero la muy práctica medida no siempre evitó el susto a los entretenidos, sobre todo en las primeras jornadas vividas aquí.

El Reino Unido de la Gran Bretaña es uno de los cuatro países europeos con circulación vial por la izquierda, contrario a lo habitual en la mayoría del mundo.

Lo demuestra que solo el 34 por ciento de las naciones asumen esa dirección, cuyo origen no está determinado con certeza pese a muchas investigaciones.

Algunos achacan la práctica a los tiempos en que solo existían los coches tirados por caballos como medio de transporte y era más seguro dejar la mano derecha libre para saludar o defenderse de los ataques.

Como la mayoría de los “mortales” de este mundo son diestros era beneficioso situarse así en el carruaje o la carreta mientras se conducía.

En los primeros vehículos de motor el asiento del conductor se situaba en el centro, pero más tarde los fabricantes decidieron cambiarlo hacia uno de los lados para facilitar su uso.

Unos eligieron trasladar el “timón” hacia la izquierda y tener mejor visión al tráfico en sentido contrario, y otros lo desplazaron de manera inversa en función de evitar muros, alcantarillas u otros objetos.

Lo cierto es que al final fue más aceptada la primera de esas ideas, también apoyada en que facilita realizar los cambios de velocidades con la mano diestra.

En fin, nada es absoluto y esas son solo algunas teorías revisadas cuando indagamos en la historia de una costumbre que ahora tiene en alerta a más de un foráneo en las avenidas londinenses.

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