sábado, 5 de mayo de 2012

Amsterdam 1928: La ausencia de un padre

Por Roddy Romo Seguí

Luego de haber fracasado dos veces (1920 y 1924) en sus aspiraciones por albergar unos Juegos Olímpicos, la ciudad holandesa de Amsterdam logró ser sede de la novena edición de las citas estivales, que tuvieron lugar entre el 17 de mayo y el 12 de agosto de 1928.
  
El evento, en el cual fue readmitida Alemania tras 16 años de ausencia, como manera de demostrar que la paz había sido restablecida en el mundo, contó con la presencia de tres mil 14 atletas (dos mil 724 hombres y 290 mujeres) en representación de 46 naciones, quienes compitieron en 14 deportes.

Para los Juegos de Amsterdam 1928 se construyó un Estadio Olímpico, similar al de Amberes, pero este disponía además de una pista de ciclismo. Por vez primera, en la ceremonia inaugural – presidida por el Príncipe Hendrik – fue encendido el pebetero con la Llama Olímpica, que había sido traída desde Olimpia en un recorrido por Atenas, Yugoslavia, Austria, Alemania y finalmente Holanda.

En la inauguración, Grecia, cuna del Olimpismo, encabezó el desfile de naciones y Holanda, el país anfitrión, marchó en último lugar. La costumbre de iniciar los desfiles con la delegación griega y culminarlos con el organizador se conserva desde entonces.

La gran ausencia de la Olimpiada resultó el barón Pierre de Coubertin, quien había dejado de ser presidente del Comité Olímpico Internacional (COI) tres años antes y no acudió a la Ciudad de los Canales debido a una enfermedad.

Dentro del aspecto deportivo, las mujeres hicieron su debut en el atletismo, a pesar de las objeciones de Coubertin y el Papa Pío XI. No obstante, su participación se limitó a cinco eventos.

La alemana Lina Radke-Batschauer se convirtió en la segunda atleta de su país en alcanzar un título en eventos de pista y campo, al vencer en la carrera de los 800 metros. Durante la prueba, el resto de las competidoras sufrieron por la fatiga extrema y ello provocó que el COI, bajo la conducción de su nuevo presidente, el belga Henri de Baillet-Latour, suspendiera la lid de 800 metros femenil hasta 1960.

Por su parte, el finlandés Paavo Nurmi se agenció tres metales dorados más en pruebas de fondo y medio fondo para culminar su brillante carrera olímpica con nueve coronas; entre tanto, el austro-estadounidense Johnny Weissmuller conquistó nuevamente los 100 metros libre y dijo adiós a las citas estivales con cinco medallas de oro en natación y un bronce en polo acuático.

El continente asiático obtuvo sus primeros triunfos por intermedio de los japoneses Mikio Oda, en salto triple, y Yoshiyuki Tsuruta, en 200 metros nado pecho; mientras, el egipcio Ibrahim Moustafa fue el primer deportista no-europeo en dominar un evento de lucha grecorromana.

Otras notas llamativas fueron que la realeza por vez primera escaló a lo más alto de un podio olímpico, gracias al Príncipe Olav V de Noruega, quien ganó oro en las competencias de vela, al tiempo que la gimnasta italiana Luigina Giavotti se convirtió en la medallista más joven de todos los tiempos, al ganar plata con el equipo de su país a la edad de 11 años y 302 días.

Entre lo más sobresaliente en el aspecto colectivo estuvo el primer oro de la selección de hockey de la India, que iniciaría una racha de seis galardones consecutivos (1928-1960), y el éxito de Uruguay en el fútbol, tras derrotar al plantel de Argentina en la final.

Estados Unidos volvió a encabezar el medallero final, esta vez con 22 medallas de oro, 18 de plata y 16 bronces, escoltado por Alemania (10-7-13), Suecia (8-6-12), Finlandia (8-8-9), Francia (6-10-5), Reino Unido (3-10-8), Países Bajos (6-9-4), Italia (7-5-6), Suiza (7-4-4) y Canadá (4-4-7).

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